El Sol ha vestido de rosa las nubes,
mientras el grito de la noche queda envuelto entre estrellas.
Vamos vagando por esquinas desiertas,
buscando el consuelo que la vida nos niega.
Sólo una ventana abierta, unas sábanas
revueltas son testigos de nuestra pasión.
Lo demás queda en el aire, con palabras
que nunca llegaron a los oídos de nadie.
Rumbo incierto entre colinas en llamas,
Las lágrimas corren para vertirse en un
mar casi lleno, de todos los que derramaron las suyas.
Cuerpos desnudos ante la vida.
Ropas que nos quitan el frío, ese que
siempre sentimos ante el miedo de lo desconocido.
Hoy me subiré a ti para abandonarme en
tus caricias, para dejarme la piel entre tus labios.
Nos miraremos a ratos, y nos dejaremos
llevar por el placer de nuestros cuerpos.
Dejaré de ser dulce, y me convertiré en
fiera salvaje cabalgando tu paisaje.
Llenaremos nuestra soledad a golpe de
besos incontrolados, y me sentiré libre cuando este dentro de tí.
Al final, aún con nuestros cuerpos
rendidos seguiremos siendo de los dos.
La risa se hará eco entre las paredes
vestidas de luz.
Y en tu cama con que desprende el amor,
nos dormiremos encima de nuestros sueños.
Las manos quedan quietas abrazadas a
nuestra carne.
Y es ahora, amor, cuando me siento
vulnerable, casi un niño perdido en un mar de nubes negras.
Nuestras ropas siguen tiradas en el suelo,
unas encimas de otras.
Todo es un fiel reflejo de que el amor es
como la vida...Revuelta, sin orden, sin control.
Pero... maldita sea, el amor es todo, y
sin él, no somos nada.
Sin ti
Mónica no soy nada….
No hay comentarios:
Publicar un comentario