Hoy nos hemos enredado en las cuerdas de nuestra guitarra.

La música ha llegado más allá de los gemidos, de los lamentos que nacieron del toque de nuestros dedos.

El Sol ha vestido de rosa las nubes, mientras el grito de la noche queda envuelto entre estrellas.

Vamos vagando por esquinas desiertas, buscando el consuelo que la vida nos niega.

Sólo una ventana abierta, unas sábanas revueltas son testigos de nuestra pasión.

Lo demás queda en el aire, con palabras que nunca llegaron a los oídos de nadie.

Rumbo incierto entre colinas en llamas, entre juegos de niños ajenos a las injusticias.

Las lágrimas corren para vertirse en un mar casi lleno, de todos los que derramaron las suyas.

Cuerpos desnudos ante la vida.

Ropas que nos quitan el frío, ese que siempre sentimos ante el miedo de lo desconocido.

La guitarra sigue con su eterna música. Solitaria en los tiempos, recorriendo lugares a los que, sólo llegan los locos del mundo.

Hoy me subiré a ti para abandonarme en tus caricias, para dejarme la piel entre tus labios.

Nos miraremos a ratos, y nos dejaremos llevar por el placer de nuestros cuerpos.

Dejaré de ser dulce, y me convertiré en fiera salvaje cabalgando tu paisaje.

Llenaremos nuestra soledad a golpe de besos incontrolados, y me sentiré libre cuando estés dentro de mí.

Al final, aún con nuestros cuerpos rendidos seguiremos siendo de los dos.

La risa se hará eco entre las paredes vestidas de luz.

Y en medio de botellas vacías, y del olor que desprende el amor, nos dormiremos encima de nuestros sueños.

La guitarra ha dejado su música placentera y jovial.

Las manos quedan quietas abrazadas a nuestra carne.

Y es ahora, amor, cuando me siento vulnerable, casi una niña perdida en un mar de nubes negras.

Nuestras ropas siguen tiradas en el suelo, unas encimas de otras.

Todo es un fiel reflejo de que el amor es como la vida...Revuelta, sin orden, sin control.

Pero... maldita sea, el amor es todo ,y sin él ,no somos nada.

Sin ti  Mónica no soy nada….